¡Coño, pues de Grimaldos, de Alfredo! un día te vienes y te lo presento, ¡que os vais a caer bien! me dijo mi cuñada. Avatares de la vida han hecho que no hayamos podido madurar ni esta presentación, ni las visitas a las bodegas de los marqueses, ni el viaje a ver los árboles. Pero eso es harina de otro costal. Grimaldos, Alfredo, describe cómo Zaplana y allegados se hicieron con el dominio absoluto y absolutista de la escena política valenciana.El que lo hagan no está mal, o sí, dependerá del ideario de cada cual.
También dirán otros que Bono, Pepe, se hizo con el control del gobierno de Castilla la Mancha vaya usted a saber de qué manera.
No está mal controlar lo que ha de darnos de comer, y a ellos les iba a dar de comer durante muchos años la política del terruño que gobernaban; con lo cual ... El problema que yo le veo es cuánto controlar, de qué manera y según qué cosas.
Los movimientos de entonces de Zaplana se han aireado hace unos días con el asunto del transfuguismo habido en la alcaldía de Benidorm del que él fue maestro. De Bono no se ha aireado gran cosa, quizás porque no haya nada que airear o porque al clero no le interesa y entonces la mano derecha jamás sabrá qué se hizo con la mano izquierda (o viceversa). Pero lo grave del asunto valenciano es que se jactan del delito, perdón, presunto delito, y sacan pecho cuando se toca el tema de Castellón y Fabra, de Benidorm y Zaplana o de los trajes y Camps: "No hay condena de ningún juez, luego no hay delito".
Ahora resulta que según la brigada policial que sigue investigando el caso Gürtel, del rey valenciano abajo, ninguno desconocía la financiación presuntamente ilegal del partido. Rambla, Costa, Serra, y García Santos, todos menos Camps, conocían los presuntos delitos con los que se financiaba el PP valenciano; claro que no es de extrañar, él estaba buscando las facturas de los trajes y no estaba para lisonjas.
