La niña


Apretó los dientes como si quisiera fundirlos en una sola fila.

Inspiró llenando los pulmones hasta casi reventar.

Abrió los ojos como jamás lo había hecho.

Cerró los puños clavándose las uñas en las palmas.

Sintió el que hasta ahora había sido el pinchazo más agudo en la columna.

Quería llorar; se le vinieron encima todos los meses de huida,
      de hambre,
           de miedo,
                los robos,
                     las dos violaciones que la hicieron temer por su hijo, o hija, no sabía.

No sabía si lloraba o era la lluvia lo que mojaba su cara.

Quería llorar, pero a cambio apretó, apretó, apretó con las escasas fuerzas que le quedaban.

La concentró toda en los riñones... apretaba pero algo no iba bien, más... más... apretó aun más.

De sus escasas fuerzas surgió un grito que rompió la madrugada en añicos, que llegó a su aldea.

Por fin notó un alivio en el vientre.

La presión cesó... oyó un llanto de bebé... y perdió el conocimiento.

Lo siguiente que vio fue a un hombre con un chaleco rojo que la arropaba con una manta.

Mmmm, ¡qué gusto! ¡estaba helada!

Se dejó caer en el sueño.

Recordó cuando era niña... ¡LA NIÑA! de un salto se sentó gritando con los desesperados brazos abiertos, ¡¡NINA!!

Otro hombre de chaleco rojo se la sacó de debajo de su ropa.

La niña movía los bracitos buscando dónde asirse, rompió a llorar.

Ella también.